RESONANDO EN OTRAS VOCES
Voces amigas, voces queridas, que han llevado mis composiciones a sus propios discos.
LETRAS
Arrorró de despedida
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Adiós amor,
te miro y no me ves
que digo adiós
con la voz de mi piel.
Te beso, amor,
te mimo hasta los pies,
grabándote
en mí para después.
No te culparé
por mentir, callar.
Sé que no soy yo sino vos
quien no soporta la verdad
No hay rencor en mí
ni ya más dolor.
Sólo vuelvo a ser la que fui,
entera y loca por vivir.
Te guardo, amor,
en mí te quedarás.
Germinarás
en sueños y en canción.
Te ocultor, amor,
que estoy por florecer.
Secreta soy
y vos te lo perdés.
No te culparé
por mentir, callar.
Sé que no soy yo sino vos
quien no soporta la verdad.
No te contaré
lo que sé de vos.
Sólo vuelvo a ser dueña del misterio
y de la luz del sol.
Te velo, amor,
qué dulce es este adiós.
Te quiero igual,
lo nuevo es esta paz.
Te arrullo, amor,
te cuido como sé.
Te duermo en mí,
no te despertaré.
Magdagrafías
(Letra y música: Héctor Dengis)
Dicen que soy brújula impaciente,
hormiga laboriosa y ordenada.
Dicen que se me nota en la mirada
la urgencia de un mundo diferente.
Dicen que soy escándalo y ternura,
que no doy puntada sin buen hilo,
que a la buena gente doy asilo.
Preguntan dónde guardo la locura.
Dicen que soy dura y exigente,
que no me gusta pasar sobre las cosas,
que me detengo a oler todas las rosas,
que soy así: lo frío o lo caliente.
Dicen que soy activa y muy resuelta,
gallega pertinaz y consecuente
con el amor de los que aman de frente,
con ese amor que no se anda con vueltas.
Y subo y bajo y gano y pierdo
en esta adivinanza que es la vida.
Pocas cosas tengo decididas
pero las que tengo las tengo claramente.
Y me reservo el derecho de elegir
mi repertorio de logros y fracasos:
en qué mano juego y en cual paso,
la forma en que me habré de repartir.
Y voy poniendo una de cal y una de arena,
y me gusta caminar por las cornisas,
y no empeñaré mi canto ni mi risa,
como que me llamo Magdalena.
LETRAS
Qué mamarracho
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Qué mamarracho,
qué hazaña es este duelo de payasos,
qué forma de dolernos y engañarnos,
qué tiempo que no sé rebobinar.
Qué mamarracho,
ser cómplices de estafas y egoísmos,
de haber vivido al filo del abismo,
teniendo otros paisajes para andar.
De qué estás hecho,
venas de arena y negra luz la de tu alma,
se congeló en la juventud tu risa mansa,
y en el costado del amor hay un borrón.
Con qué derecho.
Cómo atropella tu quietud toda esperanza.
Por no enfrentarte a mi actitud y a mi venganza
me dejaste sin techo, sin resto y sin perdón.
Si fuiste esa fiesta inagotable de sorpresas y de mimos
reinventando la pasión,
decíme como puedo desamarte si te debo por lo mismo
mi tozudo corazón.
Mentíme, que aunque soy tan vulnerable
en mi pecho malherido ya no crece la ilusión.
Pedíme que no deje de esperarte: no hay revancha en el olvido
y no soy mejor que vos.
Qué mamarracho,
qué pena, qué tremendo desperdicio,
qué salto interminable hacia el vacío,
qué muerte que no acaba de matar.
Qué mamarracho,
qué falta de… llamémoslo coraje.
Perdimos más que el tren el equipaje.
No hay sueño que camine para atrás.
Diluvio 2002
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
No para de llover
y no es casualidad.
Llovió el verano entero en la ciudad.
Legó un otoño que hace juego
con el verde del dinero
que te seca, sin embargo, sin piedad.
No para de llover
ni piensa en aclarar.
El clima no es más tema a conversar.
Se ha vuelto tal monotonía
que ha perdido la poesía
y la agenda se nos llena de humedad.
De tanto ser pescados
el habitat cambió.
Vivimos inundados,
ahogados de dolor.
Mordimos el anzuelo
que caro nos costó.
Se corre el maquillaje
de la resignación.
Subtropicales.
Subhabitantes.
Jugamos con el Fondo
y al fondo todo fue.
Sobrevivientes.
Sobremurientes.
No queda ni el recurso
del Arca de Noé.
No para de llover.
No para de llorar.
El alma se enmohece de esperar.
La calle es duelo de paraguas,
pobre esgrima de nostalgias.
¡Si la mufa nos dejaran exportar!
No para de llover.
Ninguna novedad.
El sol está cansado de colgar
tras el telón apolillado
de ese cielo tan cerrado
que sin visa no podemos remontar.
Cómicos
(Letra: Raimundo Rosales. Música: Héctor Dengis)
Se metieron descarados en la vida
de los pueblos,
sacudiendo la modorra por un rato
como un trueno.
Desplegando en un tablado improvisado
mil historias de teatro enamorado.
Carromatos de madera o caminantes
de la legua
bajo un sol alucinado y sinvergüenza,
dando tregua.
Pantomima de satén y mascarada
con rutina de cartón y “en continuada”.
Cómicos, ilusionistas,
paloma en vuelo buscando pista.
Cómicos y cancionistas,
callejeros entrañables,
amadores y culpables
hurgando el alma de los artistas.
Sospechosos y poetas en las plazas
y en los cines,
se vestían de Moreira o de payasos,
chiquilines.
Como un grito en el silencio dominguero,
con estampa de profetas musiqueros.
Una historia, una canción o dos piruetas
son bastante,
fin de fiesta y a guardar la verdulera
que ya es tarde.
Atorrantes de vanguardia, buena gente,
subversivos del hastío y la corriente.
Rescate Buenos Aires
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Esta Venecia de cemento, Buenos Aires,
colectiveros gondoleros van y van
llevando gente sin preguntas por su cauce
del mismo gris que el cielo gris sin estallar.
Anfibias penas de corbata surcan calles
por esa inercia de rutina y tobogán,
cabezas gachas, caras largas, pies de lastre,
mi pueblo-tango baila el rock del resignar.
¡Vamos!
Inflando el pecho con el soplo del coraje.
¡Vamos!
Desanudemos nuestro orgullo de gigantes.
Reflotaremos esta Atlántida de aguante
en que sumimos nuestra voz y nuestra sangre.
¡Vamos!
Que el sol de afuera y el de adentro queman días.
¡Vamos!
Que la sonrisa es el anzuelo de la vida.
Mirando alto la paciencia se encandila
y tu vampiro se transforma en golondrina.
Salí del pozo,
sacudite, Buenos Aires, el esmog y los escombros,
la caspa oscura del olvido de los hombros,
echate encima el arco iris y salí.
Mostrate al mundo.
Quiero oír la melodía de tu pulso y de tu asombro
callando el ruido de mediáticos y sordos
con el silbido de tu alma colibrí.
¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!
¡Dale, vamos!
¡Siempre vamos!
Ponete el arco iris… y salí.
Amo esta vida
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Empujo muebles, pinto de rosa,
guardo recuerdos, muevo las cosas.
Oigo mi música, bailo, y los libros
en los estantes se hacen amigos
La vida, entonces, llega, celosa,
me hace cosquillas, soy contagiosa.
Oye mi música, canta conmigo,
cambia el libreto de su domingo.
Más allá de aprendizaje,
moralejas y escarmiento,
apertura y herramientas,
fortaleza y crecimiento,
más allá de las lecciones,
por tu cómica justicia,
y tus finas ironías
yo te amo, loca vida.
Amo esta vida porque es tan loca
y está tan llena de paradojas.
Lo que hoy es no mañana es sí.
Nunca está todo dicho y nunca es fin.
Amo esta vida, amo esta vida
porque es así.
Amo esta vida que me provoca
y es tan sorpresa como congoja.
Muy bien, dolor, te puedes ir.
Todo vuelve y me toca a mí reir.
Amo esta vida, amo esta vida
porque es así.
LETRAS
A querer otra vez
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
A querer otra vez,
aunque duelan los pies
de andar filosos altibajos
y por qués.
A querer otra vez,
aunque cueste volver.
El corazón va cabizbajo
sin arder.
A querer otra vez,
no lo puedo creer.
Mi decisión por el atajo
ya se fue.
A querer otra vez,
aunque duelan los pies,
aunque se vean los andrajos
de mi fe.
A querer otra vez,
me está pidiendo todo el cuerpo renacer,
me muestra fotos de momentos el ayer,
hay un afiche de Se Busca en cada ser.
A querer, a querer,
se despereza de su siesta ya la piel,
la risa brilla, el fuego está, los ojos ven,
no hay más remedio que rendirse y entender.
A querer otra vez,
no lo puedo creer.
Con mi almanaque tan cansado
de llover.
A querer otra vez,
si la puerta cerré,
por dónde puede haber entrado
mi querer.
El amor es despacio
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
El amor es despacio,
es ternura y empate,
es andar suavemente
por trajín y coraje.
El amor es de roca
que soporta el embate
de los besos del viento,
del festín de las aves.
Y si es escándalo el silencio entre los dos,
y si es tan frágil que precisa a la razón,
y si atropella y te sacude
y es la urgencia todo el juego,
y si lo intenso es sólo fuego
no es amor.
Y si te clava sus agujas el reloj,
y si es la duda la tercera en la cuestión,
y si te exige y te confunde
y te impone ser espejo,
y si es de lucha y desparejo
no es amor.
El amor es de seda,
no se presta al combate,
es mirarse y saberse
y es misterio insondable.
El amor es de agua,
transparente y constante,
es de huella invisible,
de caudal desbordante.
LETRAS
División de bienes
(Letra: Raimundo Rosales. Música: Héctor Dengis)
No siempre en el amor se dan las cosas
o arriban al final imaginado,
y hoy llego a esta tarea fatigosa
de dividir los bienes del pasado.
Te traigo algunos libros de Galeano
y una camisa vieja, mal planchada,
quedate con la plancha y, ya que estamos,
decime cómo sigue esta humorada.
Quién se queda con qué parte de qué,
y cómo se resuelve aquel idilio,
la lluvia en la ventana,
y aquella madrugada
leyéndonos las cartas del exilio.
Dónde pongo el concierto de Serrat
o aquel primer orgasmo adolescente,
la muerte de los viejos,
la nota en el espejo,
y el miedo a equivocar lo que era urgente.
Te dejo un pedacito de mis sueños
metido en el bolsillo de este saco,
me llevo tu sonrisa y tus silencios
ocultos en el disco del Polaco.
Nos vamos arrancando los pedazos
en esta división de lo que fuimos,
y acaso no esté mal, si en los zarpazos,
rozamos corazones que quisimos.
Quién se queda con qué parte de qué,
y cómo se resuelve aquel idilio,
la lluvia en la ventana,
y aquella madrugada,
leyéndonos las cartas del exilio.
Dónde pongo el concierto de Serrat
o aquel primer orgasmo adolescente,
la muerte de los viejos,
la nota en el espejo,
y el miedo a equivocar lo que era urgente.
Andando como un ciego entre recuerdos,
mintiendo los olvidos del presente,
no encuentro las palabras que me expliquen
cómo es dejar la piel en otra gente.
Nuestra casa
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
De coraje y de aguante se fraguó mi esperanza,
con la luz de sus duendes encendí mi fervor,
y ahora soy esta loca que solloza en la casa
descolgando rincones, embalando el adiós.
Era un traje de novia el jazmín sobre el agua,
hoy es sólo la nieve que se funde sin sol,
y la niña de piedra que cuidó a mi ventana
con verdín disimula su impotente dolor.
El sueño de la vida que soñamos aquí
se arroja de cabeza a la vereda,
esconde su pudor en cajas de cartón
y miente el inventario que nos queda.
Eterna despedida que no puedo asumir,
si miro hacia adelante es por tristeza,
me finjo mascarón de proa del camión,
ya nunca oiré el gemido del portón.
Chau casa, chau patio,
chau lluvia, chau gatos.
Chau cielo, chau pacto,
chau risa, chau… cuatro.
Despertaba la esquina con su blanco torcaza,
y en las noches cantaba su ronrón de carbón.
Aún la pérgola espera coronar la terraza:
mi promesa de sombra que jamás se cumplió.
El cartel de «se alquila» otra vez amenaza
con dudosa constancia, con oscuro perdón.
Yo me voy hacia dónde, qué será de la casa
que me debe el destino, que me debe el amor.
No consigo olvidarte
(Letra: Raimundo Rosales. Música: Héctor Dengis)
Se oculta el día al sur de Costanera
y Lola Mora llora junto al río,
a la pasión le han puesto una barrera
y hasta el sol siente frío.
Un ángel sueña con ser Dios un día
y Dios añora el cielo de su infancia,
una ciudad se bate en despedida
por buscar su esperanza.
Y las promesas vuelan con el viento
y la vejez es tema de descarte
y a contrapié de tanto contratiempo
no consigo olvidarte.
No consigo olvidarte,
no sé quién te espera, quién viene a buscarte.
Quién se ahoga en tus ojos
y bebe del rojo temblor de tu arte.
No consigo olvidarte
la paciencia se acalla y la bronca me estalla.
Esta guerra es mi modo
y en medio de todo no puedo olvidarte.
Cierran la calle de la desmesura
y en los bolsillos crece algún reproche,
el sueño se hizo monje de clausura
pero escapa de noche.
La sinrazón se ha puesto un ministerio
y todos van buscando una salida,
hay un casino junto al cementerio
donde apuestan la vida.
Hoy el adiós se sube al primer taxi
y la justicia está en alguna parte,
se muere un pibe por gatillo fácil
y no puedo olvidarte.
Tangueritos
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Semillas de la escuela, preguntas sin respuesta,
rayuela que se juega con zapas de charol.
Los genes de la abuela por siempre enamorada
del Negro y de Castaña con besos de malvón.
Las ganas en los ojos, las manos en el fuego,
metrónomo en el pecho que sigue al bandoneón.
Dibujo en negro y rojo, palomas de la luna,
romance que en ayunas ensaya el corazón.
Tangueritos
con disfraz de madrugada,
y esas caras que más bien son milonguitas
recién horneadas.
Tangueritos,
parejitas de juguete,
que parecen responder a un sueño ajeno:
crecer urgente, dice mamá.
Pero qué van a ser cuando sean chicos,
cuando el álbum de infancia
los busque en cada edad.
Y el potrero del barrio y una barbie de novia
y la vida en pañales
se cansen de esperar.
Un tango en miniatura agranda el escenario,
una audacia de raso disimula el candor.
Unos tacos aguja, unos lengues de guapo,
pero dientes salteados… que se llevó el ratón.
Aguante el corazón
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Aguante el corazón
que estamos otra vez inaugurando.
Te pongo en el ojal
un gajo de jazmín y a caminar.
Si atardeció el amor,
aquel de enloquecer, es que cambiamos.
Y queda el capital
de haber amado así, hasta el final.
Aguante el corazón.
Nos toca agradecer recomenzando.
Abrimos sucursal
en otro pecho afín y en muchos más.
Hoy sé lo que ya no,
y sé lo que tal vez, y cómo y cuándo.
Jamás fui la mitad,
me pertenezco a mí y estoy acá.
Conmigo al cien por cien,
con tanto que aprendí, con mucho merecer.
El gesto que tallé, el mazo para dar,
la sed para beber.
Y toda la emoción al viento,
y el sol de otro color,
y nada de morir ni que perder,
¡aguante el corazón!
LETRAS
Tengo un tango
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Tengo un tango, tango un tengo
lo que tango es lo que soy
porque te doy lo que tengo
nada soy y tango voy.
Con mi tango voy tangando
lo que tengo que es mi amor,
como te doy lo que tengo
nada tengo, nada doy.
Tengo un tango en las caderas
gastadas de buen zaguán,
en el escalón el taco
y un lunar en el ojal.
Tengo un tango en la ventana
de mis ojos de malvón,
un beso en el tarareo,
suspiros de bandoneón.
(repite estribillo)
Tengo un tango cada noche
zumbando en mi soledad,
que te espera y te provoca
pero vos ni te enterás.
Tengo un tango, si me vieras,
que baila en mi corazón.
En un ocho enredaría
tu abrazo con mi perdón.
(repite estribillo)
Qué te pasa, ciudad
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Qué te pasa, ciudad,
me estás echando.
Tu mapa se sacude
como un mantel las migas
sacándome de encima a cada paso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás cortando
caminos por que anduve
mentira tras mentira:
mi fe de calesita se mareó.
Todo es hostil.
Tu sed de juventud
arrolla sin testigos,
la edad es un cuchillo en que me oxido,
no sé desmalezar tu selva gris.
Cuánto perdí.
Tu viento de impiedad
me deshojó de amigos.
En pena de arlequín me he convertido
para que juegues tu ajedrez en mí.
Pero te amo, ciudad,
de gritos, de graffiti y cielo amargo,
de plazas, de humo negro y odios largos,
de sueños y palabras de cartón.
¿A dónde voy a ir
con sangre de adoquín y piel de barrio,
si aquí tiene lugar mi desarraigo
y duerme mi esperanza en un buzón?
Qué te pasa, ciudad,
me vas dejando
sin todo lo que tuve.
Se fue el amor, y encima
no encuentro ya guarida en el fracaso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás matando.
Bancá que al fin arrugue,
salvame de la huida,
cerrame las heridas con tu sol.
LETRAS
Deuda de tango
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
(a Salvador Galvano)
Papá, te cito acá,
en este espacio de los dos que recupero,
el de un tango que te dice que te quiero
en el idioma que fue nuestro y que negué.
Ya ves, caí en tu red,
después de tanto equivocar la melodía,
de tozuda, empecinada rebeldía
con que tu ausencia nota a nota castigué.
Al fondo vos tenías tu taller de tornero
que el abuelo te puso sin quererte escuchar.
Yo esquivaba al perrazo guardián de tu silencio
y despacio y con miedo te iba a visitar.
Allí, lleno de grasa, te animabas al juego
y fue en ese escenario que te vi debutar.
Vos cantabas conmigo, y grababas mi vuelo
con aquel Panasonic que lograste comprar.
Recitado:
Me hiciste una cajita que por suerte conservo,
yo guardaba mis letras, ¡sí que fuimos un par!
Y al fin no te bancaste renunciar a tu sueño
y cambiaste mandato por gris enfermedad.
Pintón y compadrito, con tu jopo tanguero,
¡pensar que en los mitines vos eras el galán!
Al final dependiste de mamá, y fue su premio.
Tu cassette, mi legado, que borré sin piedad.
Ay, papá, yo tenía once años,
y vos enterraste mi edad.
Tu voz de fantasma seguía cantando
y tuve que hacerla callar.
Salvador, te salvaste escapando
y hoy me viniste a salvar.
Voy a honrar tu ADN de tango
y mi voz donde estés llegará.
Nuestra casa
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
De coraje y de aguante se fraguó mi esperanza,
con la luz de sus duendes encendí mi fervor,
y ahora soy esta loca que solloza en la casa
descolgando rincones, embalando el adiós.
Era un traje de novia el jazmín sobre el agua,
hoy es sólo la nieve que se funde sin sol,
y la niña de piedra que cuidó a mi ventana
con verdín disimula su impotente dolor.
El sueño de la vida que soñamos aquí
se arroja de cabeza a la vereda,
esconde su pudor en cajas de cartón
y miente el inventario que nos queda.
Eterna despedida que no puedo asumir,
si miro hacia adelante es por tristeza,
me finjo mascarón de proa del camión,
ya nunca oiré el gemido del portón.
Chau casa, chau patio,
chau lluvia, chau gatos.
Chau cielo, chau pacto,
chau risa, chau… cuatro.
Despertaba la esquina con su blanco torcaza,
y en las noches cantaba su ronrón de carbón.
Aún la pérgola espera coronar la terraza:
mi promesa de sombra que jamás se cumplió.
El cartel de «se alquila» otra vez amenaza
con dudosa constancia, con oscuro perdón.
Yo me voy hacia dónde, qué será de la casa
que me debe el destino, que me debe el amor.
Qué te pasa, ciudad
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Qué te pasa, ciudad,
me estás echando.
Tu mapa se sacude
como un mantel las migas
sacándome de encima a cada paso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás cortando
caminos por que anduve
mentira tras mentira:
mi fe de calesita se mareó.
Todo es hostil.
Tu sed de juventud
arrolla sin testigos,
la edad es un cuchillo en que me oxido,
no sé desmalezar tu selva gris.
Cuánto perdí.
Tu viento de impiedad
me deshojó de amigos.
En pena de arlequín me he convertido
para que juegues tu ajedrez en mí.
Pero te amo, ciudad,
de gritos, de graffiti y cielo amargo,
de plazas, de humo negro y odios largos,
de sueños y palabras de cartón.
¿A dónde voy a ir
con sangre de adoquín y piel de barrio,
si aquí tiene lugar mi desarraigo
y duerme mi esperanza en un buzón?
Qué te pasa, ciudad,
me vas dejando
sin todo lo que tuve.
Se fue el amor, y encima
no encuentro ya guarida en el fracaso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás matando.
Bancá que al fin arrugue,
salvame de la huida,
cerrame las heridas con tu sol.
Resucitango
(Letra: Bibi Albert. Música: Héctor Dengis)
Ni la excusa del siglo nos queda.
No está más en ablande ni hay veda.
La vida es una turba vacía
que en la plaza se insola y se enfría.
Tiempos ásperos que se nos niegan.
El dinero es un puerto con rejas.
La risa es una máscara lisa
y el amor, un adiós de llovizna.
Todo suena final,
se ve todo tan gris.
Un cielo de cemento
nos quiere lapidar.
Sin embargo detrás
se oye un tango venir
como un jinete lento
pero que va a llegar.
La magia volverá
con todo, a amanecer,
nunca tan oportuna.
Estás resucitando.
La gente bailará
al compás del querer
mientras Dios desayuna
silbando y tarareando.
La voz de la ciudad
ensaya su papel.
Su cadencia me acuna.
Estoy resucitando.
La música será
lo que tiene que ser:
una vieja ternura
y el alma piazzolleando.
Si hay un tango que encuentra vereda
y circula revancha en las venas.
La vida es generala de risas
y el amor es de nuevo conquista.
LETRAS
División de bienes
(Letra: Raimundo Rosales. Música: Héctor Dengis)
No siempre en el amor se dan las cosas
o arriban al final imaginado,
y hoy llego a esta tarea fatigosa
de dividir los bienes del pasado.
Te traigo algunos libros de Galeano
y una camisa vieja, mal planchada,
quedate con la plancha y, ya que estamos,
decime cómo sigue esta humorada.
Quién se queda con qué parte de qué,
y cómo se resuelve aquel idilio,
la lluvia en la ventana,
y aquella madrugada
leyéndonos las cartas del exilio.
Dónde pongo el concierto de Serrat
o aquel primer orgasmo adolescente,
la muerte de los viejos,
la nota en el espejo,
y el miedo a equivocar lo que era urgente.
Te dejo un pedacito de mis sueños
metido en el bolsillo de este saco,
me llevo tu sonrisa y tus silencios
ocultos en el disco del Polaco.
Nos vamos arrancando los pedazos
en esta división de lo que fuimos,
y acaso no esté mal, si en los zarpazos,
rozamos corazones que quisimos.
Quién se queda con qué parte de qué,
y cómo se resuelve aquel idilio,
la lluvia en la ventana,
y aquella madrugada,
leyéndonos las cartas del exilio.
Dónde pongo el concierto de Serrat
o aquel primer orgasmo adolescente,
la muerte de los viejos,
la nota en el espejo,
y el miedo a equivocar lo que era urgente.
Andando como un ciego entre recuerdos,
mintiendo los olvidos del presente,
no encuentro las palabras que me expliquen
cómo es dejar la piel en otra gente.
Ballottage
(Letra y música: Héctor Dengis)
Amanece el milenio. Queman tus días.
Se renuevan humores e hipocresías.
Sobrevive una angustia que te calcina,
de esas que no se pasan con aspirinas.
Convencedores marcan fin de utopías.
Pero tu vida sigue. Y sigue la mía.
Te jugás unos mangos a esa potranca
y harto ya de ser punto querés ser banca.
Decís que sí porque no podés más,
y sin gruñir, sin ponerte antifaz,
otra piel declarás, otra sangre sentís
y pedís ballottage.
Ballottage.
Tentación del que apunta a enfrentar las preguntas
o vivir hacia atrás.
Ballottage.
Una estrella que brilla y que te hace cosquillas
donde no lo esperás.
Ballottage.
Ruiseñor que acribilla a este mundo que humilla,
cacarea y demás.
La vital redoblona pa’ salir de la lona
y saber que aún estás.
Disfrazás la derrota con traje de empate.
¿Tendrá segunda vuelta este disparate?
Lo decide tu amor y no tu ignorancia,
y un olfato dispuesto a nuevas fragancias.
No sabrás si tu alma aguanta el embate
hasta que te propongas darle combate
a ése que recula ante el primer susto,
a ése que sin gloria reclama el busto.
Y porque sí, porque no podés más,
y sin gruñir, sin ponerte antifaz,
otra piel declarás, otra sangre sentís,
y pedís ballottage.
(repite estribillo)
Es cortar tu condena: no tirarte a docena
cuando un pleno deseás.