ECOS
2012
El 8 de octubre de 2006, al regreso de una actividad solidaria en una escuela rural, un micro que llevaba una delegación del colegio Ecos (Capital Federal de la Argentina) tuvo un brutal choque contra un camión. Nueve alumnos y una docente murieron. Posteriores pericias determinaron que ambos conductores del micro estaban ebrios. La noticia fue desoladora. Casi inmediatamente después del hecho, me vinieron estos versos:
«Ecos, ecos,
ecos que no pueden callar.
Ecos, ecos,
ecos de la vida serán.»
Como un mantra, me rondaban y me pedían música. Eran, sin dudas, el estribillo de una canción. Pero pese a mi esfuerzo por encontrar el resto del tema, éste se resistía a aparecer. Nada de lo que escribía me parecía bello y digno. Y no quise forzar la situación. Allí quedaron, esperando.
Otro día 8, pero de febrero de 2012 murió Luis Alberto Spinetta, uno de los máximos músicos argentinos. Una de sus hijas era compañera de los chicos muertos en la tragedia. Ese hecho lo marcó profundamente, y comenzó a colaborar activamente en “Conduciendo a Conciencia”, una ONG creada por padres de los chicos fallecidos.
Al poco tiempo de la muerte de Spinetta, y como si algún titiritero celestial me manejara, aparecieron el resto de la letra y la música de lo que hoy es Ecos, la canción con que homenajeo a los chicos y también a Luis Alberto. Con la certeza de que, como aquella Maribel que se durmió, «con el alma nos ven mejor».
LETRA
Tiza y flor.
Los bemoles de la eternidad.
Cuerdas de un dolor
que iluminará.
El lo vio.
Las sirenas de otra realidad
borran todo un mar
de fugacidad.
Ecos.
Ecos.
Ecos que no pueden callar.
Ecos.
Ecos.
Ecos de la vida serán,
serán.
No hay temor:
sólo amor en tránsito final.
Poliloquio en mí.
Cielo de verdad.
Fuiste luz:
equipaje de los que vendrán.
Cosas de un saber
que se vuelve pan.